El dolor ¿amigo o enemigo?
Hoy quiero hablaros sobre un tema que suele ser muy recurrente en la consulta con todos mis pacientes, pero sobre todo con todas esas personas que vienen a la consulta a realizarse el chequeo Quiropráctico por primera vez. EL DOLOR.
Si eres como la gran mayoría de los mortales, seguro que en algún momento de tu vida has sentido dolor en alguna parte de tu cuerpo, y estoy bastante seguro que no te ha gustado nada. Esta sensación es completamente normal, si te digo la verdad, a mi tampoco me gusta nada. ¿A quién le gusta sentir dolor? Es muy desagradable y muchas veces incluso puede impedirte realizar tu vida. Pero el dolor no siempre es malo.
Me gustaría poder explicar mas detalladamente porque digo esto. El otro día, leyendo el libro “El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda” de Mark Manson me encontré con una reflexión sobre el dolor físico que me gustó mucho, y dice así:
“El dolor físico es un mecanismo de retroalimentación de nuestro sistema nervioso con el cual nos es posible percibir nuestras propias porciones físicas: dónde podemos y no podemos movernos, lo que podemos tocar y lo que no. Cuando excedemos esos límites, nuestro sistema nervioso nos castiga puntualmente para asegurarse de que prestamos atención y no los sobrepasamos de nuevo.
Este dolor, aunque lo odiemos, es útil. Es lo que nos enseña a estar alerta cuando somos jóvenes y descuidados. Ayuda a mostrarnos lo que es bueno frente a lo que es malo para nosotros. Nos ayuda a comprender y a mantenernos dentro de nuestras propias limitaciones.”
Básicamente, lo que tenemos que entender sobre el dolor es que no es nuestro enemigo sino que es un signo de alarma. Nos advierte de las cosas que podemos hacer y las que no, y probablemente nos está avisando de que hay algo en nuestro cuerpo que no funciona como debería hacerlo, y que seguramente deberíamos prestarle un poco más de atención.
Imaginaos por un instante que vuestro cuerpo no siente ningún tipo de dolor físico. Seguro que más de uno de vosotros tendría la mano chamuscada de haberla puesto en la chimenea cuando el fuego estaba encendido, o de haber cogido una bandeja del horno a 200º, o de saltar desde un metro de altura y romperse un par de huesos de las piernas, y al no notar el dolor, levantarse y volver a hacerlo como si nada hubiera pasado. Gracias a este dolor, podemos decir que hoy continuamos vivos y de una pieza.
Por todos estos motivos no veo el dolor como una amenaza, sino como una ayuda maravillosa que nos está regalando nuestro cuerpo. Ahora sí, de nosotros depende decidir que queremos hacer con ese dolor…
Todos nosotros tenemos el poder de decidir como queremos vivir, lo que hace que también tengamos en nuestras manos el poder de decidir qué queremos hacer con nuestro propio dolor.
¿Qué opinas tu ahora sobre el dolor? Déjamelo saber en comentarios.
Con mucho cariño,
David Arasa.
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